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Foto del escritorRotary Club Altea

Road to Rotary: Cuando Rotary era solo una idea!

¿ Qué futuro, estima usted, amigo rotario, aguarda

a un joven abogado recién graduado, que al recibir su diploma universitario anuncia que desea explorar el mundo durante cinco años, trabajando exclusivamente en campos ajenos a su profesión, y a continuación procede a cumplir su promesa? En 1891 -al igual que en 2014- la probable respuesta tiende a ofrecer ligeras variantes de la siguiente: “Es concebible que nuestro joven abogado aprenda algo, y que las aventuras que sin duda correrá, digamos, como marino auxiliar, vendedor de mármoles, novel reportero, recolector de hortalizas, maestro de escuela, actor, vaquero y bracero en los naranjales de La Florida, algo le enseñarán, pero su desarrollo profesional se verá irremediablemente afectado”. Salvo por una magra pensión heredada de su abuela, el intrépido viajero carecía de fortuna personal que le permitiera llevar a cabo sus planes con holgura. Le faltaban también las cartas de recomendación, los vínculos familiares en diversas ciudades, o la posibilidad de llevar a cabo una lucrativa operación comercial. Nuestro aventurero contaba en su haber, sí, una personalidad magnética y atractiva, junto con el don de hacer amigos; quizá aún más importante, viajaba con equipaje muy ligero, porque iba desprovisto de los prejuicios y prevenciones tan frecuentes en aquella época. Para escándalo de algunos e incomodidad de muchos, entablaba relaciones con personas de toda laya y condición social. Al igual de los grandes viajeros de otras épocas, su insaciable curiosidad y la determinación de abrir puertas y conocer mundos distintos a los que había frecuentado hasta el momento eran el elemento determinante de su patrimonio.


Fuente: España Rotaria nº73 · Noviembre - Diciembre 2014

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